Al menos cinco personas murieron este domingo por un sismo de magnitud 7,6 en Papúa Nueva Guinea, que dañó edificios, provocó deslizamientos y dejó también numerosos heridos.
Los habitantes de varias poblaciones del norte reportaron un fuerte temblor a media mañana que agrietó rutas y dañó varios edificios.
La diputada Kessy Sawang, originaria de la zona, indicó que al menos dos personas murieron en unos pueblos de montaña, y añadió que otras cuatro víctimas fueron llevadas al hospital en estado crítico.
«Ha habido daños muy amplios», dijo la diputada a la agencia de noticias AFP.
Según detalló, un deslizamiento de tierra enterró varias viviendas y dejó «partido en dos» otro pueblo, en el que la gente «perdió sus casas».
Además, tres mineros murieron sepultados, se informó.
Las comunicaciones en la zona son precarias y las rutas asfaltadas escasas, por lo que de momento resulta difícil establecer un balance de los daños.
En las tareas de rescate participaban pequeñas empresas de aviación y grupos de misioneros, para transportar por aire a algunos de los heridos.
El sismo tuvo su epicentro a 67 kilómetros de la localidad de Kainantu y a una profundidad de 61 kilómetros, señaló el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El movimiento telúrico se sintió en la capital, Port Moresby, a 480 kilómetros.
El primer ministro, James Marape, dijo que el sismo fue «masivo», y recomendó a la población ser prudente y refugiarse en zonas altas.
No obstante, dijo esperar que los daños sean menos importantes que los ocurridos en 2018, cuando otro sismo mató al menos a 126 personas.
Papúa Nueva Guinea se ubica en el «Anillo de Fuego» del Pacífico, lo que hace que sea proclive a los movimientos sísmicos.