El Sol no necesita introducción alguna. Es parte de todos nosotros, desde siempre. No es de extrañarse entonces que a muchos no nos guste tener que lidiar con la cruda realidad de que nuestra estrella algún día morirá, y con ella todo lo existe en este planeta. Pero no se preocupe: es poco probable que estemos cerca para verlo.
Ahora, gracias a los últimos datos de la misión Gaia de la Agencia Espacial Europea (ESA) para la cartografía estelar, un nuevo estudio ha demostrado que la venerable estrella se encuentra ahora en su edad media y que morirá dentro de unos pocos miles de millones de años –entre 5.000 y 7.000 millones de años–, lo que es, para nuestra percepción humana, mucho tiempo.
Así, en la actualidad, se considera que nuestro Sol está en la flor de su vida, en su cómoda edad media, con 4.570 millones de años, fusionando productivamente hidrógeno en helio y brillando saludablemente.
La conocida historia del Sol
Hasta ahora, ya sabíamos con cierto detalle lo que ocurrirá en el futuro de nuestro Sol. Nuestra estrella seguirá calentándose durante los próximos miles de millones de años y acabará quedándose sin hidrógeno que fusionar en su núcleo, en otras palabras, sin el jugo que lo mantiene en funcionamiento.
Desde ese punto, el núcleo empezará a contraerse y la estrella, que una vez iluminó todo lo que conocemos y amamos de nuestro mundo, se enfriará, se oscurecerá y se convertirá en un cadáver estelar, o enana blanca.
El fin de la vida en la Tierra
Por otra parte, la vida en la Tierra solo le quedan unos mil millones de años, mucho antes del fin del Sol. Esto, claro, si antes no creamos o nos ocurre una catástrofe.
Según Science Alert, la vida en la tierra no pasaría ese umbral debido a que el Sol está aumentando su brillo en un 10 % cada mil millones de años, lo que significa que también está aumentando su temperatura. Ese cambio, que parece pequeño, hará que la Tierra sea inhabitable para la vida tal y como la conocemos.
Entretanto, el nuevo catálogo Gaia de estrellas similares al Sol podría decirnos no solo más a detalle la trayectoria futura de nuestro Sol, sino también más sobre cómo y por qué estamos aquí para empezar. Y responder grandes preguntas abiertas como «¿tienen todos los análogos solares sistemas planetarios similares al nuestro?, o ¿giran todos los análogos solares a una velocidad similar a la de nuestro Sol?».